Sueñan los jugones con ovejas pixeladas? Wiz n' Liz
Siempre he pensado que era mejor llamarles el Dúo Brúhahúnha.
En esta otra subsección que inauguro os contaré recuerdos de la era de los 16 bits, cuando jugábamos con juegos en 2D, con voces que sonaban como habladas por un embudo, técnica parallax y scroll horizontal. Es mi más ferviente deseo que compartáis conmigo vuestros propios recuerdos y los podamos compartir y comentar sobre ellos. Venga, animaos!
Ya ondea la bandera a cuadritos, así que empecemos con el primer episodio:
Yo siempre he tenido algo especial con las compañías británicas de videojuegos. Siempre me han encantado sus juegos, pero por desgracia la mayoría han desaparecido ya (de las más importantes, solo sobreviven Codemasters, Traveller’s Tales y Eidos). Los jugones veteranos quzá recordéis a Gremlin, Ocean, U.S. Gold, Domark, Virgin o Core, que ya no existen o han acabado integradas en otras compañías. De todas ellas, yo tendré siempre en mi corazón un espacio especial para una de ellas: Psygnosis.
Psygnosis era una compañía que tenía una marcadísima imagen de marca (valga la redundancia) que se reflejaba en todos sus juegos, como la saga Shadow of the Beast o los celebérrimos Lemmings, con una imagen que los hacía distintivos al instante: una ambientación de corte medieval, muy al estilo de El Señor de los Anillos y las portadas de los discos de Yes (después descubrí que compartían diseñador) . Algunos de sus juegos tenían una atmósfera seria y trascendental, pero otros contaban con un sentido del humor muy especial, con referencias a otros juegos y cameos de personajes: por ejemplo, el de los Lemmings en The Legend of Galahad (generalmente eran juegos programados por su filial aún superviviente, Traveller’s Tales) o el de Galahad en Puggsy.
Uno de los juegos de este segundo grupo era Wiz n’ Liz, que salió para Amiga y para mi querida Megadrive. Recuerdo que al principio no me hacía mucha gracia: en la desaparecida y muy querida Todosega le pusieron de nota un mítico 69, lo que entonces significaba que era un juego malillo (actualmente significa que es un juego de cierto nivel). Pero al mes siguiente, la misma revista publicó una guía que me fascinó: resulta que con el jueguecillo este se podían hacer una cosas de lo más chulas. Pero vayamos por partes: de qué trata el juego? Pues fácil: esto es que hay unos conejos que se llaman Wabbits. Un día, de golpe y porrazo, un conjuro sale de un caldero y se los lleva a todos sin saberse por qué querría un conjuro llevarse unos conejos (ni jamás lo sabremos). Es misión de los magos Wizzy y Lizzy recuperarlos. Bien: este juego tenía algo que aún hoy en día resulta casi impensable en los juegos de acción: no había enemigos. Solo tres jefes de final de fase y el tiempo. En efecto: la cosa trataba tan solo de pillar conejos en un tiempo límite, pero todo se movía tan rápido que no te daba tiempo a aburrirte. Y, lo más importante, al pillar cierto número de conejos ganabas una fruta con ojos y una boca sonriente. Y esto era lo mejor: había dos rondas por pantalla, y en cada una de estas rondas ganabas una fruta distinta. Entonces te devolvían a la pantalla de inicio y tenías que poner las frutas en un caldero. Y dependiendo de lo que hubieras hecho ganabas premios!
Y había centenares de ellos: minijuegos (los mejores eran la ruleta de la fortuna, el Arkanoid, los pesos gigantes y el Splat Those Dudes, donde tenías que darles tomatazos a dos caricaturas de programadores o a Puggsy, del que he hablado antes) cambios de color de los wabbits, puntos, vidas, un falso game over, una frase de Confucio (en la que se intentaba responder por qué cruzó el pollo la carretera), el color de la magia, una tienda de pistas, una de frutas (en ambas pagabas con unas estrellas) u otro cameo de los Lemmings. Esto daba al juego una variedad enorme, porque nunca sabías qué te ibas a encontrar en la siguiente partida (era eso que los angloparlantes llaman "random").
Los gráficos eran discretillos, con sprites pequeños (aunque se movían a velocidad de vertigo. Como corrían los abuelos estos, oyes!) y unos fondos sencilletes pero muy divertidos y cargados de referencias a otros juegos (Puggsy, Bram Stoker’s Dracula), e incluso a películas y series de TV.
La música era muy pegadiza, obra de Matt Furniss, autor de la música de juegos como European Club Soccer. Música pop al estilo 16-bits noventeros.
Se lo considera uno de los juegos más raros de la era de los 16 bits, por su surrealista planteamiento y desarrollo. pero no hay duda de que sigue siendo un juego de lo más disfrutable, y actualmente recibe excelentes críticas en las revistas de retrogaming
Lizzy wescatando wabbits. Wues waya.
Uy, el caldero... La de cosas que sacaba yo de ahí!
Pos eso. Si habéis jugado a este juego, me encantaría comentarlo con vosotros, y que me sugiriérais otros juegos poco conocidos que para vosotros son gloriosos.
Que la fuerza de la gimnasia (o era de la magnesia?) sea con vosotros!
4 comentarios
scaramanga -
Txi -
scaramanga -
Y sobre lo de lucha, no olvidaré jamás los piques enre los fans de Street Fighter y los de Eternal Champions (el Eternal era bastante peor, aunque tampoco era tan malo).
Pennywise -